Vivimos en un país que al año solapa la muerte de más de 3 mil quinientas mujeres, quienes mueren de forma violenta por culpa del sistema patriarcal que alberga nuestra sociedad y nuestras instituciones de gobierno, las cuales se encargan de encubrir al abusador, al asesino, al FEMINICIDA. 
 
Estamos hablando de un país que se encuentra entre las 10 naciones con la mayor tasa de feminicidios a nivel mundial y aún existe la pregunta de si es necesario tipificar el delito.
 
Nuestro sistema no combate las problemáticas desde la raíz, no se encarga de prevenir. Por lo que solamente instaura y crea leyes o mecanismos para actuar ya cuando lo hecho hecho está. Nos obligan a llegar a la última instancia sin tener oportunidad de evitar la catástrofe. 
 
Aquí no hay, no existe, un sistema de prevención. Si, se crean e implementan “vías de acción” con el objetivo de TRATAR de recompensar a las víctimas, (énfasis en tratar), pues, un feminicidio es algo imposible de compensar. 
 
Como menciono anteriormente, no tenemos una cultura de prevención dentro del sistema mexicano. Las instituciones te muestran las vías de acción existentes, sin embargo, todas estas nos dicen qué hacer cuando ya sucedió lo que no tenía que haber sucedido. 
 
No es complicado encontrar el qué hacer, a quién recurrir, qué vía legal tomar en caso de violencia u homicidio, ya que sí contamos con una exorbitante cantidad de leyes, reglamentos, protocolos y demás que nos indican el camino a tomar en caso de necesitarlo, no obstante, no hay un mecanismo eficaz que prevenga estos sucesos, que es justamente lo que precisamos en casos como este. 
 
No necesitamos más leyes que establezcan penas mayores o que hagan más accesible el proceso de denuncia, al contrario, lo que sí se ha vuelto realmente primordial es el saber cómo prevenir esos 10 asesinatos diarios de mujeres en nuestro país. 
 
Hay que cuestionarnos ¿qué se está haciendo hoy en México para evitar que asesinen a esas 10 mujeres y niñas? Lo más triste es que probablemente nadie tenga ni la menor idea. De hecho, puede que en este instante, mientras lees este artículo, se esté sumando una mujer más a la cifra. 
 
Por otro lado, los colectivos y las ONGS se han encargado de ejercer presión para hacer frente a la problemática, pero el gobierno sigue sin mostrar respuesta o solución que resulte adecuada para atender a la magnitud del fenómeno que se vive hoy en día.
 
Al contrario, prefieren seguir aumentando la cifra y maquillándola, al fin, es el camino más cómodo para ellos, pues de todas maneras no son quienes se ven afectados de primera mano. 
 
O tal vez, siendo más objetivos, la cruda realidad es que nuestro gobierno, junto con sus instituciones, forman parte del mismo sistema feminicida que ataca, utiliza, humilla y asesina mujeres, por ende no les resulta importante ni preocupante lo que pasa. Y no dista de la realidad, ya que además de tener cerca de un 97% de impunidad, una gran parte de los asesinatos cometidos en contra de mujeres a manos de hombres no se tipifican de la manera correcta, simplemente se catalogan como un homicidio doloso más  y quedan como otra carpeta de investigación, añadiendo una cifra más al “montón”. 
 
Lo que está aconteciendo parece una historia de terror, que, para el gobierno mexicano y sus instituciones no es mas que un pequeño inconveniente. De verdad parece como si hubiera una cuota de feminicidios que se tiene que cumplir y el gobierno está consciente de ellos, mas aún así opta por hacerse el de la vista gorda. Y no me dejarán mentir, pues nuestro mismísimo señor presidente lo ha dicho de manera evidente:  “Ofrezco disculpa porque sí es importante los feminicidios, pero no es la base de la nota” 
 
Y está clarísimo, en México, combatir el feminicidio no es parte de la agenda. 
 
Aquí han decidido que siga imperando el machismo y perpetuar el sistema patriarcal. Así como prefieren burlarse de las víctimas, ofrecer el mínimo respeto por la vida de las mujeres y seguir protegiendo al feminicida, al macho mexicano. Han optado porque la violencia y el odio hacia la mujer siga entrañándose en los hogares, los lugares de trabajo, las familias y las relaciones. 
 
Podemos gritar, protestar, luchar, pelear, pero mientras nuestro mismo gobierno, el encargado de velar por nuestra seguridad y nuestros derechos, siga ignorando las súplicas de ayuda, no cambiarán mucho las cosas. 
 
Ya es hora de que nos ayuden a evitar todas esas muertes, de que dejen la complicidad y se den cuenta que esto no es normal. No es normal que a diario una mujer o una niña muera por el simple hecho de su sexo. No es normal que los feminicidas y abusadores anden caminando libres por la calle, como tampoco lo es que se efectúen 40 mil llamadas de mujeres a las líneas de emergencia por casos de violencia en menos de 3 meses, quedando como casos impunes y un mecanismo de “prevención” fallido. 
 
México lleva años cargando un luto que no es tomado en serio y se trata de invisibilizar. Nuestro mismo Estado nos silencia y se encarga de restar credibilidad e importancia a todas estas muertes de mujeres y niñas inocentes. 
 
Nos faltan, las que murieron a causa de un feminicidio, las que tipifican como homicidio doloso, las que están desaparecidas y no se sabe nada al respecto, las que murieron a manos de policías, las que fueron abusadas en su propio hogar, las que denunciaron y fueron ignoradas… 
 
Nos faltan todas aquellas que han sido silenciadas y jamás volveremos a escuchar porque vivimos en un estado feminicida donde reina la impunidad, el machismo, el conformismo y la corrupción. Donde evitar el problema no les parece la principal solución.