En los últimos años hemos visto una evolución en las formas en que se ejerce la comunicación, desde el uso de memes para referir una situación específica o un contexto, hasta los silenciosos likes o retwits que se pueden vincular a la postura de una persona. La comunicación la creamos las personas, Aristóteles decía que la capacidad del diálogo nos distinguía de otras especies que optaban por vivir en comunidades. Sin embargo, existe una disyuntiva en la comunicación, pues, de esta surge la información o la desinformación. Mientras la primera tiende a la construcción y transformación, la segunda se enfoca en desestimar e inclinar el ánimo en un sentido contrario. De esta forma, dos fuerzas se baten para lograr la movilización de la información y su antónimo la desinformación.
Lo más interesante, es que todo esto se desenvuelve en un marco de permisibilidad por el derecho fundamental de libertad de expresión, lo ha expuesto la Corte Interamericana, este derecho tiene dos dimensiones: individual y social. La primera, necesita que los individuos florezcan, que se nutran de información y conocimiento para ser capaces de intervenir en una sociedad democrática; la segunda, es la consecuencia de la primera, necesitamos individuos plurales y capaces de interactuar con pensamiento libre, con conocimiento autónomo que se forjó reflexionando sobre el espectro donde la comunicación fluye.
La función de los medios de comunicación y las redes sociales se torna de suma relevancia, pues, casi toda la comunicación se concentra en ambos sitios, sin embargo, se desarrolla de diferentes formas. Los medios de comunicación replican la información, podrá ser parcial o imparcial, harán una recapitulación de los hechos y a veces, un pronunciamiento al respecto. Las plataformas conocidas como redes sociales, han mostrado que no son aliados potenciales a estos derechos, pues, existen varias barreras comunicativas: la censura (por algoritmos y visores quienes a su vez, tendrán sus inclinaciones ideológicas y políticas), la interacción confrontativa (reacciones, reportes a publicaciones o comentarios, manejo de bots, etcétera) P.W. Singer ponía el ejemplo de Donald Trump, desde el 2011, utilizaba twitter para burlarse de celebridades, principalmente Rosie O’Donnell, era un ejercicio de desahogo, Trump entraba a twitearle “looser”, “sad”, clásicos comentarios de Trump, años después, el niño que se burlaba de los demás se convertiría en presidente. Surgen dos inquietudes: ¿en manos de quién están las redes sociales? ¿qué se populariza y por qué?, ¿deberían los medios de comunicación caer en el juego de la interacción conforme las redes?
Las redes sociales han puesto en duda el equilibrio del poder de la comunicación, pero, a costa de que todos busquen generar interacciones conforme sus estándares, estamos cediendo el poder de la comunicación libre a plataformas con intereses desconocidos. Cambridge Analytica tendría que darnos a pensar sobre si en realidad aceptamos los términos y condiciones de la comunicación de las redes, los estudios que ejercen en las personas para dirigir propaganda manipulada y tendenciosa ha generado ya estragos en distintas sociedades.
Facebook, Instagram, twitter, están hechas para consumir, identificaron el único bien, cuyo consumo es infinito, las emociones. Las redes sociales son sitios de interacción emotiva ilimitada, pues, nunca expresamos suficiente alegría, enojo, tristeza, etcétera. Existe un alza de la individualización y una oda al vacío que nos aísla, es imperioso que los medios tradicionales de comunicación recuperen un poco el poder, al menos, no sometiéndose a los estándares plausibles de las redes sociales, evolucionar las formas de comunicación está bien, caer en las tendencias socialmente impuestas no necesariamente está bien, ¿de dónde vienen?
Los medios de comunicación rara vez son objetivos, pues, todo obedece a un interés, pero ostentan la objetividad de un lado y al menos ello permite la reconstrucción de los hechos bajo una cierta aproximación. Vamos a ejemplificarlo: cuando Morena arrasó en las elecciones, pensábamos que iba a haber una sanción al gobierno anterior del PRI, los medios de comunicación de tendencia morenista, documentaron un cúmulo de elementos para enjuiciar a la mayoría (claro que solo caen los chivos expiatorios), ahora, Loret y Brozo se idolatran por hacer lo mismo a Andrés Manuel (de Brozo no tengo nada que decir) pero Loret por años fue un servil comunicador de los partidos tradicionales, sin embargo, ahora que es la oposición, su comunicación es más atractiva. Los medios de comunicación no son imparciales, pero documentan hechos que sirven para mantener un equilibrio en las transiciones entre los gobiernos, también, recapitulan las potenciales violaciones a derechos humanos del gobierno previo y ello permite desarrollar historias en torno a cuáles se acometieron, cómo y quiénes fueron los involucrados.
No es en vano que los periodistas tengan este espectro permisivo de investigación y expresión (siempre y cuando como mínimo demuestren una labor investigativa) su función trasciende la interacción y la comunicación controlada de las redes, pues, en las redes es una dimensión de bombardeo absoluto, desaparece completamente la razón, pero en los medios tradicionales al menos, queda la posibilidad de establecer el diálogo post reflexión, se recibe la comunicación, se lee la nota u observa el video y cabe algo de espacio a la reflexión y el diálogo posterior, en las redes el diálogo no existe. Cuán preocupante es que los medios de comunicación tradicionales se sometan a los estándares de las redes sociales, todo el poder de la comunicación se concentra donde mismo.